-Gran parte de nuestra casta política está convencida de que están por encima de la ley. Y nos lo demuestran todos los días esos hijosdeputa -decía hace un rato el Cantinero.
No se hablaba de otra cosa esta tarde en La Cantinilla (aún
resuenan fuertes sus ecos en la red): Esperanza Aguirre, ex alcaldesa, ex
presidenta de la comunidad de Madrid, ex ministra, ex colaboradora habitual de
Caiga Quien Caiga (¡imposible olvidar su “Rincón de Espe” en donde se hacía la
tonta mientras conseguía una publicidad impagable!) y a la sazón presidenta del
PP de Madrid, se
acababa de dar a la fuga, llevándose por delante una moto policial,
haciendo caso omiso de la orden de detención de un coche patrulla,
escondiéndose en su casa y mandando a los guardias civiles que tiene por
vigilantes a “negociar” con los agentes que habían ido en pos de ella, después de que dos gorrillas la multasen por aparcar en el carril bus en plena Gran
Vía.
Nos hemos estado imaginando el espectáculo, en una Gran Vía
atestada de gente, desde el punto de vista de cualquier viandante. En principio una mera anécdota: dos agentes
multando un coche aparcado en el carril bus. Seguro que habrá habido algún
muchacho que acompañaba a su novia de tiendas al que, al ver de soslayo a la
policía multando, se le habrá escapado un comentario del tipo “¡pero a qué gilipollas
se le ocurre dejar aparcado su coche ahí!”.
Nos hemos imaginado el estruendo de la moto estampándose
contra el suelo y, ahora sí, cientos de cabezas girándose a la vez a ver qué
pasaba. Y lo que habrán visto es un coche blanco saliendo de allí, imaginamos
que no despacio, mientras los dos
agentes, algo anonadados, corrían a su vera dando golpes en la puerta para que
se parase. Y el mismo muchachuelo viandante que antes hablaba de
gilipollas, y que tras el golpe de la moto ya no pierde ripio, habrá empezado a
pensar que ahí se cuece “algo chungo”.
Nos hemos imaginado el coche de la señorona bajando ligerito
por la Gran Vía, con un coche patrulla con las sirenas a todo trapo a su vera,
con un policía que desde la ventanilla le hace ademanes, suponemos que no
amistosos, para que se detenga, con las motos de los gorrillas detrás, también
con la sirena en ristre persiguiendo a la susodicha. Y nuestro muchacho
imaginario imaginando que al tipejo ese
del coche blanco se le va a caer el pelo.
Nos hemos imaginado el convoy entrando por las callejuelas
de Malasaña: un coche blanco primero, y varias sirenas persiguiéndole detrás: ¡el
susto que se habrá llevado más de uno! Imaginábamos gente apartándose de la calzada en plan película de Hollywood,
tirándose a los lados, llevándose por delante algún carrito del supermercado
con unas naranjas volando por los aires, alguna de las cuales golpea al coche
patrulla detrás… Nuestro muchachuelo de la Gran Vía habrá seguido de compras sin
darle mayor importancia al asunto hasta que horas después haya descubierto
quién era tan peligrosa fugitiva.
Nos hemos imaginado la cara de Esperancita al entrar en su garaje,
aunque en este punto disentíamos los de la Cantinilla entre si tendría una pose en plan “de la que me he librado” o en plan “¿¡¡pero qué coño has hecho, Espi!!?”
(también nos hemos imaginado que la señora Aguirre se llamaría asimismo “Espi”).
Y la cara de anonadados de los policías, con la puerta del garaje en las
narices, pensando… “se le va a caer el
pelo”.
En ese momento, hemos seguido imaginando, ya estarían
enteradas todas las policías de Madrid, ya habrían mandado coches de refuerzo
varios cuerpos, ya estarían los zetas y algún secreta doblando la esquina… Y
también ya estarían los primeros teletipos de EFE y Europa Press haciendo las
primeras pesquisas acerca de “un coche
que se ha dado a la fuga en la Gran Vía”. “¿Serían narcos? ¿sería alguno
con dos copas de más que se ha cogido las de Villadiego? Y si así fuera,
¿por qué diablos se mete en la encerrona que suponen las calles de Malasaña?”
En fin, todo interrogantes...
Y en esto… ¡los que faltaban! Va y aparece un Guardia Civil…
¡qué jaleo de uniformes! ¡qué galimatías
de saludos y galones! ¡qué espectáculo para el vecindario! Empiezan a
ocuparse (imaginamos) los palcos de los balcones, y en la platea, a pie de
calle, se arremolina el pueblo llano, frotándose las manos con la buena opereta
que allí se debe estar cociendo entre tanto machote uniformado.
Y la policía local habla con los civiles. Y los nacionales
tratan de saber de qué se trata preguntando a los gorrillas, con la emisora
preparada por si hay que llamar a los GEOS. Y los secretas no desaprovechan la
ocasión y vigilan a ver si pillan algún carterista entre el remolino de gente.
Y ya por el barrio sólo resuena un nombre: Aguirre. Y el primer teletipo,
todavía algo confuso, lanza al resto del país la noticia. Y, como si del ojo de Mordor se tratase, miles
de periodistas, tertulianos, tuiteros y gente llana, fijan su visión en ese
punto informativo.
En ese momento, en ese primer teletipo, primer tuit, primer
whatsapp… nosotros estábamos tan tranquilos en la Cantinilla hablando del Barça
y su prohibición de fichar, y del Madrid y la mierda de equipo al que se
enfrentó ayer. Pero desde entonces, como en el resto del país, no se ha hablado
y conjeturado de otra cosa.
Y se ha hablado, como se habla en España: todos a la vez y
cada vez más alto. Tras resumir y echarnos unas risas con la fuga, se ha
empezado a especular el porqué de la misma:
-Imagínate –decía el
Pepe, que es muy mal pensado, o muy racional, que nunca sé distinguirlos- Las cuatro de la tarde. Recién salida de
alguna comilona en la que no habrán faltado mariscos y buenos caldos.
-Desde luego normal no
es -gritaba otro- Si somos tú o yo ya estábamos metidos en la calabozo
y la casa patas arriba del registro. Se nos habría caído el pelo.
Y así hemos pasado la tarde hasta que nos hemos quedado más en
comandita y la conversación ha ido derivando, ya más pausada, a puntos más
serios del caso. Ha sido entonces cuando el Cantinero ha soltado eso de “la casta política que se cree por encima del
bien y del mal”.
-En este país en que los políticos nombran y manejan a fiscales, jueces
y policías, ¿quiénes son unos gorrillas para darle el alto? –ha seguido
diciendo- De ahí su tono entre prepotente
y chulesco con lo de la “multita y bronquita”. De ahí ese
escrito en su Facebook, esas llamadas a los periódicos amigos para dar su
versión edulcorada de los hechos, que se dan de bruces con la
denuncia presentada por la policía… Pero claro, en este caso los malos y
mentirosos serán los policías. Esta vez se dudará de su palabra y de los hechos
que denuncian. Esta vez no será “palabrita de Dios” la versión de la autoridad,
sino que será una campaña de desprestigio organizada por vete tú a saber qué
enemigo… Lo mismo hasta le echa la culpa a Zapatero.
Seguimos conjeturando con qué pasará en los siguientes días,
en cómo saldrá del embrollo.
-Apuesto por la
multita por aparcar en el carril bus y al cajón del olvido – presagia el
Cantinero- Nada de desobediencia, nada de
saltarse el control, nada de tirar la moto, nada de negarse a parar a
requerimientos de la policía, nada de huir… Ya verás. Con un “lo siento no volverá a ocurrir” se arreglan todas las
cagadas de los poderosos en este país.